Colega Ortiz:
Lo primero que debo destacar es tu fanática actitud de ejercer tu derecho a la libertad de expresión, que es un derecho fundamental en toda sociedad democrática. Y lo segundo que debo reconocer es tu coraje de enfrentarte a quienes te niegan ejercer ese derecho que no sólo es tuyo, sino de todos los peruanos. Dicho esto paso a explicar el motivo de esta correspondencia abierta. Seguramente estás más que informado de todo cuanto se dice de ti en las redes sociales, principalmente. ¿De qué se te acusa? De todo. ¿Y cuál sería tu principal defecto que nadie te perdona?: conducir un programa exitoso, de mucha audiencia, claramente independiente del poder político que controla no sólo el estado, sino a los otros medios de información tradicionales. No se te perdona ser portavoz de noticias que comprometen a quienes nos gobiernan o lo hicieron en el pasado reciente. O, lo que es peor, quizás ser un provocador permanente de muchos que se sienten aludidos, por patería, con tus críticas al gobierno. No te perdonan que los llames caviares todas las noches o te rías de sus limitaciones. Y Ahora tienen el mejor pretexto para lanzarte a los leones que en tiempos digitales se les conoce como troles para pedir tu cabeza. Incluso exigen, solapadamente, el cierre de Willax, lo cual sería más grave aún. Y todo por ejercer tu derecho a informar y facilitar también nuestro derecho de estar informados, fundamento esencial de toda democracia.
La libertad de expresión e información no es un producto abstracto ni menos gaseoso. Ni es una entelequia. Es un derecho fundamental consagrado por nuestra Constitución Política y por otras legislaciones del mundo democrático. Es aquello que ha marcado la línea de debate para reconocer y defender la vigencia de los derechos humanos frente al atropello, por ejemplo. Y tiene mucho que ver también con la legitimidad del sistema democrático en el mundo, a lo largo de los dos últimos siglos. Algo del que prefieren ignorar a veces quienes detentan el poder, aun cuando éste sea transitorio. Y olvidan que esta libertad está consagrada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, desde 1948, cuyo Artículo 19º dice: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirla, sin limitación de fronteras por cualquier medio de expresión”.
¿Y qué has hecho tú? Difundir un informe preliminar (así escuché explicar al Dr. Bustamante, a quien entrevistaste en tu programa) que llegó a tus manos, en el que se sostenía que era baja la confiabilidad de la vacuna china. ¿Inventaste la noticia?, no. ¿Falseaste el documento?, no. ¿Se trató de un documento apócrifo el que nos mostraste?, no. Exhibiste la investigación de la Universidad Cayetano Heredia que era voluminoso y tenía sellos y firmas. Tan es así que la propia universidad no desmintió el documento, anunciando, por el contrario, que en dos meses tendríamos el informe final. Incluso la presidenta del Consejo de Ministros dijo que no podía sostener si era verdad o no lo que el documento divulgado traía consigo. Prefirió lanzar la pelota a la Cayetano Hereda para que aclare. Te acusó, sin embargo, de mentir y utilizar un estudio que era preliminar, atribuyéndote una insana intención de buscar se frustre el proceso normal de la vacunación en marcha. Y anunció que el gobierno estudiaría el caso para denunciarte y quizás tomar acciones contra el medio. Así están las cosas. La palabra oficial es preocupante. Para mí constituye una velada amenaza a la libertad de expresión. Te quieren callar. Y hasta quizás prospere la denuncia. Entonces, el atentado contra uno de los derechos fundamentales como el de la libertad de expresión se habrá consumado, lo cual sería sumamente grave.
No olvidemos que este derecho es uno de los pilares fundamentales en los que se sostiene todo gobierno democrático, puesto que su vigencia no sólo le da sentido al sistema, sino legitima su naturaleza democrática, de ahí que la propia Convención Americana sobre Derechos Humanos tiene una relatoría sobre Libertad de Expresión que se mantiene vigilante frente a cualquier amenaza contra ella en los países miembros. Y me parece que estamos frente a una amenaza de restricción indirecta o de censura previa de la libertad de información. Y si ello ocurriera se estaría afectando el derecho que tenemos las personas a estar informados debidamente, ya que para nadie es un secreto que en Willax y programas como el tuyo, en ese canal, difunden hechos de interés público que otros medios callan o esconden por lo que no nos enteramos.
Te escribo estas líneas después de leer lo que he visto en las redes sociales.. Sé que no podrá gustar a muchos, pero es también mi libertad a opinar al que tengo derecho como ciudadano y periodista. Soy consciente también que el derecho a la libertad de expresión no es un derecho absoluto, puesto que la propia Convención Americana establece restricciones. Pero estas se manifiestan a través de la aplicación de responsabilidades ulteriores por el ejercicio abusivo de este derecho, si lo hubiera. Sin embargo, este derecho no debe estar limitado más allá de lo estrictamente necesario y menos bajo la sombra de una censura previa directa o indirecta. Es lo que deseo alertar. No olvidemos que en una sociedad democrática es indispensable que las autoridades acepten que la máxima transparencia de sus actos debe estar al alcance de las personas. Ello será posible sólo si se garantiza, en los hechos, el derecho a la libertad de expresión, derecho fundamental por el cual todos debemos permanecer unidos.
Me solidarizo. finalmente, con tu terca manera de ser ese periodista irreverente que necesitamos.