En este día especial establecido por el Estado para reconocer la noble función que ejerce el periodismo en la vida de los pueblos, el autor les hace llegar a todos sus colegas, PERIODISTAS activos y en el retiro por alguna circunstancia, su fraterno saludo y los mejores deseos para ellos y sus respectivas familias.

Al margen de las celebraciones institucionales y protocolares preparadas por las diferentes organizaciones gremiales, sería bueno que que nos detuviéramos a reflexionar seriamente sobre el futuro de nuestra “noble profesión”, como lo definiera el Papa Paulo VI al promulgar la Encíclica Populorum Progressio en marzo de 1967, para que no se convierta en un “vil oficio”, como también lo expresara el citado pontífice, al referirse al analfabetismo y resaltar la importancia del periodismo en este aspecto.

Tal como están las cosas en la actualidad, y hay que decirlo con franqueza, a los periodistas peruanos nos sirve muy poco las leyes vigentes que reconocen al periodismo como una profesión liberal, como las demás profesiones, y por eso contamos con un Colegio profesional.

Sin embargo, vemos con mucha pena y frustración, cómo a medida que pasan los años y según los regímenes políticos que rigen los destinos del país, la profesión ha sido relegada a un segundo nivel en el contexto de las demás profesiones. Solo por poner un ejemplo: La ley que creó el Colegio de Periodistas del Perú CPP) promulgada por el presidente Belaunde en una fecha como hoy en 1981,establecía como beneficio el 1% del costo de la publicidad en los medios de comunicación social y que ahora no existe.

Luego, en el régimen de Alan García y por gestiones de algunos dirigentes y periodistas como el autor ante diputados y senadores de entonces, se lograron leyes en beneficio de todos los periodistas: Horas extras, trabajo nocturno, jubilación a los 55 años (varones) y 50 (mujeres), sueldo mínimo vital y pago adicional por despido involuntario.

Sin embargo, con el paso de los años y con otro régimen, nefasto para muchos, el Congreso del segundo período presidencial de Fujimori, dictó la ley 26937, que permite el libre ejercicio del periodismo a cualquier peruano, sin tener que colegiarse como es obligatorio para todas las demás profesiones.

El autor está convencido de que desde entonces comenzó lo que también llama la desgracia de los periodistas. De nada o poco vale que miles de jóvenes con vocación de servicio estudien la carrera en diferentes universidades, si al final cualquiera lo va suplantar en un medio sin tener la formación debida, especialmente, en Ética y Deontología periodística, solo por ser familiar o allegado del poder de turno o del dueño del medio.

A propósito de los medios de comunicación, impresos y audiovisuales, más que la libertad de prensa consagrada en la Constitución, están haciendo uso y abuso de la libertad de empresa, que es muy distinto, al punto que hasta tienen un ente pseudo regulador denominado Consejo de la Prensa Peruana (CPP) como si fuera un siamés del Colegio de Periodistas del Perú (CPP). Para el autor, no es una mera casualidad. Por todo esto y para no malograr el día a los miles de colegas que en estos momentos están trabajando, solo me queda decir que la profesión retomará sus fueros con un quiebre político que derogue la ley 26937 y devuelva al Colegio de Periodistas del Perú los derechos que le han sido recortados. Por el momento, lo que hace el CPP es muy loable y digno de aplauso, pero no puede hacer más como por ejemplo, evitar que decenas de colegas sean despedidos y algunos hasta sin los beneficios, so pretexto de la pandemia que asola al país, mientras los propietarios de los medios se benefician hasta con los bonos de la llamada Reactiva 1, además de del apoyo del gobierno a través de llamada Pauta de Publicidad, para apoyar descaradamente al régimen y distorsionar o esconder la verdad

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